Ese fuego me recorre el vientre, la boca, el pecho. Ese estremecimiento se filtra por mis extremidades adormecidas. Esas tiras, esos puntos, esas flechas. Esos instantes aparentemente muertos que sangran y gritan: ¡quien se encuentra se pertenece! ¡quien se piensa se pierde en la noche! La creación surge de estas manos, de este mundo. La verdad no es más que desorden y rocío ciego.
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